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El medio ambiente también es víctima de la pandemia

  • Foto del escritor: Rocío Cuesta
    Rocío Cuesta
  • 10 may 2021
  • 4 Min. de lectura

Las mascarillas se han convertido en los nuevos desechos de los paisajes naturales

Mascarilla en la playa de La Renegà, Benicassim. Imagen de elaboración propia

Rocío Cuesta. Castelló


Hace poco más de un año que la población vive en un estado de alarma con constantes restricciones a la movilidad, lo que ha provocado que la gente opte por salir a lugares que están al aire libre. Aquí aparecen como protagonistas los parajes naturales, que se han convertido en los lugares preferidos de la población para pasar los fines de semana ya sea para uso recreativo o para realizar rutas. De hecho, el senderismo ha aumentado el número de rutas en un 79% siendo la actividad más demandada con casi 3 millones de rutas exclusivas, según datos de publicados en el artículo Wikiloc y el auge del deporte. Estos datos a nivel europeo, que analizan cifras de los meses entre mayo de 2020 y febrero de 2021, reflejan que es la actividad con más rutas nuevas en Wikiloc respecto al 2019. Sin embargo, datos que a simple vista parecen positivos, para el medioambiente no lo son tanto.


La masificación no se ha dado en todos los paisajes con rutas reconocidas por la Generalitat Valenciana, como ha afirmado Manil Raga, presidente del Club de Senderismo de Valencia: «Se produce en aquellas que tienen más promoción turística o que han aparecido en determinados medios con pocos escrúpulos. Por ejemplo, Valencia Bonita. Pero no porque sea más demandada, sino porque la gente va a aquello que tiene acceso rápido con el coche». El automóvil es uno de los elementos que más afecta al paisaje y que no se visibiliza: «El aumento de motoristas es algo muy significativo. Algunos se meten por el bosque e incluso algún todoterreno ha generado un incendio forestal. Un ejemplo fue en Benagéber esta Pascua», explica Juanma Bullón, vocal de la Junta Directiva de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de la Comunidad Valenciana. Además, Bullón afirma que las consecuencias de esto son tres: la erosión del terreno, la contaminación acústica y en casos muy graves, los incendios forestales.


Pero no todo se resume al transporte, ya que las personas también participan en el deterioro medioambiental. Paco González, portavoz del Grupo para el Estudio y Conservación de los Espacios Naturales, enumera los residuos que se encuentran normalmente: «Botellas, bolsas de plástico, residuos de todo tipo y las mascarillas, que se añade a la colección de desechos que perjudican al ecosistema». González pone de manifiesto la nueva arma ambiental: «Los animales pueden morir cuando se tragan una mascarilla o se les queda enganchada».


La falta de educación y de concienciación es la causa más repetida de estas acciones: «Se arrastran ciertos vicios y actitudes que no son acordes con el sostenimiento del medio, incluso por el desconocimiento», admite Gullón. Este agente forestal considera que los cambios son visibles: «Han aumentado materiales de dudosa recogida como pueden ser sillas, toldos, paellas... Es como un traslado del despojo urbano al mundo rural. A diferencia de otros años que era más bien un despojo de usar, de comer».


No toda la actividad humana en el medioambiente es negativa, ya que las rutas que están marcadas no afectan a la biodiversidad de plantas y animales. González considera que el problema es la cantidad de personas que visitan el paraje: «Hay que hacer un buen plan de gestión de uso público para contemplar la capacidad de carga de los espacios naturales, que también cambiaría según la época del año. Hay épocas del año más sensibles para las aves y menos, como el otoño y el verano. Con esta normativa se puede respetar el medio ambiente con comodidad y sin impacto».


La Generalitat ha impuesto medidas en cuanto al número de personas que pueden ir juntas a hacer rutas. Por el contrario, no ha sopesado la posibilidad de limitar los espacios al aire libre para evitar un mayor deterioro de las plantas y de los animales. No obstante, la responsabilidad de cuidar el medio ambiente también es individual: «Los puntos de recogida de basura no tienen la misma frecuencia de recogida que tiene un contenedor urbano. Entonces van dejando basura y al final lo que te encuentras es un paraje con basura a rebosar, que no cabe en los contenedores. Por tanto, lo que tiene que haber es una mayor concienciación de que la gente no debe tirar de ninguna manera basura en la montaña ni en las áreas de recreo, aunque haya contenedores. Poco cuesta coger tu bolsa y tirarla en un contenedor urbano cuya frecuencia de recogida es diaria», admite Raga.


La problemática medioambiental en esta era pandémica provocada por la masificación de ciertos parajes naturales no se visibiliza. Ante esto, todos coinciden en que las campañas de concienciación son necesarias, no solo para que la gente tenga responsabilidad ante los contagios, sino también con el medio ambiente. Una buena iniciativa es el Plogging que son rutas que se hacen para recoger la basura del suelo a la vez que aporta beneficios físicos por el movimiento y que se puede combinar con ejercicios físicos durante el recorrido. Con esto vemos que recoger los residuos que se tiran al suelo no es un castigo, ya que aporta beneficios para la persona y para el medio ambiente.

Fuente: Elaboración propia

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