El papel de las periodistas televisivas
- Andrea Navarro
- 11 may 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 may 2021
Andrea Navarro. Valencia

“El periodismo es un trabajo de hombres”. Muchas periodistas y profesionales de la
comunicación han tenido que escuchar comentarios de este tipo durante su trayectoria.
Mientras se enfrentaban a las dificultades sociales y laborales para poder ejercer su profesión. Pero, poco a poco, y gracias a la lucha constante de muchas pioneras como es el caso de Francisca de Aculodi, primera periodista de la historia, las periodistas han ido consiguiendo más reconocimiento. Sin embargo, todavía queda un largo camino por
recorrer para conseguir la igualdad. Con el objetivo de analizar esta brecha de género todavía latente, en esta reflexión nos centraremos en el medio de la televisión.
En primer lugar, es necesario destacar que la cifra de mujeres matriculadas en la carrera de periodismo es mayor que la cifra de hombres. Concretamente, en 2017, esta diferencia era de 13.569 mujeres frente a 8.676 hombres. El número de titulados en periodismo también sigue estas directrices, ya que, en 2019 era de un 63% mujeres y un 37% hombres. Pero, lo característico sucede en el ámbito laboral, pues, a pesar de que se gradúan más mujeres, los hombres ejercen más la profesión (58%).
Asimismo, los puestos con el mismo número o con una leve diferencia de hombres y mujeres son: editor de informativos, corresponsal, productor y camarógrafo. Pero, las diferencias se observan en el puesto más visual, el de presentador, donde hay una diferencia de 1,7 puntos. Aquí es donde se comienza a observar la brecha de género, no solo por la diferencia numérica, sino por las exigencias físicas que se les exige a las mujeres. Es común que los telediarios estén presentados por una pareja formada por un hombre adulto y una mujer joven. Mientras que, el hombre “queda bien con canas”, la mujer cumple el arquetipo de joven, delgada y guapa y en cuanto supera una cierta edad es sustituida por otra periodista.
Esta tendencia comenzó en Estados Unidos en los años 80 y más tarde fue
adoptada por las cadenas privadas de España, Mediaset y Atresmedia. El objetivo es superar a las cadenas rivales atrayendo a más espectadores. Esto supone numerosos inconvenientes, por una parte las periodistas más adultas ven peligrar sus puestos de trabajo. Aunque hay excepciones como la veteranía de Ana Blanco en el informativo de televisión Española. Por otra parte, afecta a las futuras periodistas que tendrán más dificultades para acceder a un puesto laboral si no cumplen estos “cánones establecidos”.
Estas condiciones discriminatorias están directamente relacionadas con los directivos de las cadenas de televisión. Pues, a pesar de que haya un gran número de mujeres en sus plantillas la mayoría de directivos son hombres. En el caso de Mediaset de un total de 24 cargos directivos solo 5 son ejercidos por mujeres y, todavía más llamativo, en Atresmedia de 15 personas que componen el comité directivo solo 2 de los cargos están ocupados por mujeres.
Así pues, que los equipos directivos sean principalmente masculinos no solo supone un
retroceso para la igualdad laboral y para las periodistas, sino que, influye notablemente en cómo se cuenta la información. Las noticias que aparecen en estas cadenas de televisión están sujetas a una visión masculinizada, lo que supone un grave problema y un impedimento para la igualdad, ya que, al ser un medio tan consumido influye profundamente en la audiencia de manera imperceptible. La suma de estos factores, la precariedad laboral del sector y las cargas familiares de las mujeres desembocan en la brecha salarial que sufre el 66% de las periodistas.
A modo de conclusión, estas medidas son totalmente necesarias para establecer la igualdad de oportunidades en el sector. Para que, a la hora de contratar, los estudios y la experiencia laboral sean determinantes y no el sexo o el físico. Como comentábamos anteriormente, debido a la gran influencia de la televisión es un medio idóneo para establecer una verdadera igualdad. Esto beneficiaría tanto a las profesionales como a los espectadores, ya que, se ofrecería una imagen de la realidad totalmente verídica y neutra. Es decir, es necesario que haya más mujeres directivas para establecer una perspectiva de género que muestre realmente como son las mujeres y a los problemas que se enfrentan.
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