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Huertos urbanos, la resistencia ecológica

  • Foto del escritor: Cristóbal Blázquez Cebrián
    Cristóbal Blázquez Cebrián
  • 24 may 2021
  • 5 Min. de lectura

La agricultura en ciudades gana peso como espacio para el ecologismo, la vida en sociedad y la alimentación sana


Imagen de tomateras en el huerto urbano de la asociación de vecinos Segon Molí. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estima que el 55 % de la población mundial ya vive en zonas urbanas y que el 80 % de todos los alimentos que se producen en el mundo van destinados a las ciudades. Este dato señala algo obvio en los últimos 25 años, que la sociedad cada vez está más enfocada a un estilo de vida urbano lejos del campo y de las raíces rurales. La FAO afirma que “la sostenibilidad social, económica y ambiental de los sistemas alimentarios y la evolución de las dietas urbanas dependerán principalmente de la gestión de los sistemas alimentarios en las zonas urbanas y periurbanas”, es decir, de la gestión de los huertos urbanos.


Infografía. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

Como consecuencia directa hay enfermedades como la obesidad y la diabetes, derivadas de una alimentación poco centrada en productos naturales y saludables como las frutas y las verduras. De este caldo de cultivo nacen los huertos urbanos, cada vez más numerosos en urbes, grandes y pequeñas, de todo el planeta.


Como dice Mariano Bueno, agricultor ecológico pionero en España afincado en Benicarló: “El contacto con la naturaleza, con la vida, con las plantas es una necesidad vital”. Cada vez hay más personas que viven en ciudades que deciden solicitar una parcela en los huertos urbanos que ponen a disposición ayuntamientos e iniciativas particulares para poder cultivar sus propios alimentos.


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Entrevista a Mariano Bueno, pionero en la agricultura ecológica afincado en Benicarló. Actualmente, gestiona allí l’Hort de les Flors.


Sin embargo, en este camino no siempre ha ido todo de cara. En los últimos años aparecen estudios que ponen en duda la salubridad de los suelos que alimentan a los cultivos de dichos huertos como este de 2016 en la revista Nature, en el que recomendaba monitorear los alimentos producidos ante la elevada contaminación en las ciudades. Rápidamente, hubo diversos artículos que salieron a responder a la recomendación de la revista. Entre ellos, Miguel Izquierdo, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, coescribió un análisis sobre los productos salidos de los huertos urbanos de la capital concluyendo que eran sanos para el consumo.


La propia FAO defiende la implantación de estos espacios en ciudades de todo el planeta y respalda la calidad de sus productos. La organización estima que los huertos urbanos pueden ser hasta quince veces más productivos que los espacios rurales. En este sentido, la revista Nature Food publicó una investigación en Sheffield (Reino Unido) en la que afirmaba que solamente usando el 10 % de las zonas verdes de la ciudad, podían llegar a producirse el 15 % de las frutas y verduras que sus habitantes consumen en un año. La FAO estima que en la huerta rural el metro cuadrado produce 20 kilos de comida cada año.


Horticultura urbana en Castelló


Castelló comenzó hace años a adaptar espacios de la ciudad para crear huertos urbanos. En este momento, hay siete activos: cuatro gestionados por asociaciones de vecinos, uno por la Concejalía de Gente Mayor, otro poniéndose a punto en el barrio de San Lorenzo y el último en el camí d’En Riera administrado de manera independiente.


Contenidos adicionales – Entrevista a Domingo Giménez: “El fin es crear una relación social vecinal”




Domingo Giménez es el gestor del huerto urbano de la Asociación de Vecinos del Segon Molí. Comparten solar con la Asociación del Primer Molí y cuentan con alrededor de 35 parcelas de 30 metros cuadrados cada una. Tienen un contenedor que les sirve de almacén, donde cada usuario tiene un espacio para dejar sus herramientas y enseres. Además, el solar cuenta con puntos para dejar los restos orgánicos y las cañas, recogidas por el Ayuntamiento y un servicio portátil que también cuenta con el servicio de mantenimiento del Consistorio.



Almacén para las herramientas del huerto urbano del Segon Molí. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

“Básicamente, esto tiene el fin de crear una relación social, hacer que la gente se mantenga activa, que valore mucho la producción”, cuenta Giménez. Los usuarios de las parcelas, que tienen una larga lista de espera, valoran muy positivamente la sensación de comunidad y de actividad compartida que se genera en los huertos urbanos. En el del Segon Molí tienen actividades conjuntas como la gestión de un plantero en el que se almacenan las simientes que mejor producen para compartirlas con los demás. Mariano Bueno también valora “el acercamiento intergeneracional” que se produce, ya que muchas personas mayores acuden junto a sus nietos a sus parcelas.



Plantero del huerto urbano de la asociación del Segon Molí. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

“En l’Hort de les Flors [gestionado por Bueno en Benicarló], acudían unos chicos del Servef a hacer prácticas y las personas mayores que estaban allí les hicieron una parrillada”, cuenta Bueno. Esta es una de las bondades menos evidentes de los huertos urbanos, que quedan detrás de la alimentación saludable que producen.


Giménez cuenta que priorizan a los socios de la asociación que están jubilados o en paro para la cesión de las parcelas y que les sirve de “esparcimiento”. Además, destaca que todos los cultivos son ecológicos, abonados únicamente con estiércol de origen animal. Esta es una de las condiciones que el Ayuntamiento de Castelló puso para la gestión de los huertos: que no se usasen fitosanitarios ni abonos químicos para mejorar el rendimiento de la tierra. Bueno comenta que es uno de los aspectos más complicados que ha tenido que enfrentar en su gestión, ya que “algunas personas mayores no conciben” otra forma de trabajar la tierra porque se les enseñó así.



Parcela en el huerto urbano de la asociación de vecinos del Segon Molí. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

El terreno de la asociación del Segon Molí es un terreno muy aprovechado, con una tierra “muy agotada”, como cuenta Giménez. Los huertos urbanos están en constante aprovechamiento, como se ha podido observar en los estudios citados anteriormente. Además, el trabajo de los usuarios en sus parcelas ayuda a “valorar la producción” y a “cuidar la alimentación”.



Detalle de una parcela en el huerto urbano de la asociación del Segon Molí. CRISTÓBAL BLÁZQUEZ

De cara al futuro, el Consistorio quiere poner en marcha actividades que impliquen a las parcelas de la vida en sociedad en Castelló. El objetivo es acercar el trabajo que allí se hace para enseñar a las generaciones a valorar más al medio rural y al trabajo por una alimentación sana. Cada vez más personas se apuntan a colaborar con estos espacios y se buscan nuevos terrenos para hacer más grande el parque de parcelas disponibles.


Contenidos adicionales – Cómo prepara compost en un huerto tradicional. Fácil y sencillo


El compostaje es un proceso de transformación natural de los residuos orgánicos mediante un proceso biológico de oxidación que los convierte en abono rico en nutrientes y sirve para fertilizar la tierra. En el siguiente vídeo, Javi Martínez, joven agricultor ecológico, nos enseña cómo hacerlo desde una huerta particular.




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