Respirar aire de calidad no es solo cuestión de dinero
- Pablo Moreno
- 21 may 2021
- 4 Min. de lectura
El 9,9 % de la población española padece problemas debidos a la contaminación

Las emisiones de gases de efecto invernadero es el principal problema de contaminación ambiental | Pexels
Pablo Moreno / Iñaki Conejos. Castelló.
Las personas respiran 21 000 veces al día. Es una acción automática. Por eso, tal vez, nadie se detiene a pensar en cada una de esas bocanadas: en la calidad del aire que respiramos. En la actualidad, uno de los problemas sociales más relevantes es la emergencia climática. A Ella Adoo-Kissi-Debrah le pasó factura. Con tan solo 9 años murió de un ataque de asma. La autopsia indicó claramente que la contaminación del entorno fue la causa principal de su muerte. No se conocía nada sobre su estilo de vida, pero los forenses tenían claro que había estado expuesta a altos índices de contaminación.
Tal vez se trate de una nueva pandemia, invisible para nuestros ojos, pero igual de dañina como cualquier otra. Llegados a este punto, hay que plantearse qué están haciendo los gobiernos para frenar este problema social: ¿invierten los gobiernos suficiente en políticas de calidad ambiental?
¿Qué nos dicen los datos?
En España, las cuatro comunidades autónomas con mayor número de habitantes son Andalucía, Cataluña, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana. Entre las cuatro, representan el 59 % de la población total del país, por este motivo se hace necesario preguntarse qué están haciendo las autonomías más pobladas para mejorar la calidad ambiental.
Según datos del INE, de estas cuatro comunidades autónomas, únicamente la Comunidad de Madrid ha visto incrementado el porcentaje de su población que sufre problemas de contaminación o ambientales entre 2009 y 2019, pasando de un 17 % a un 18,5 %. Por el contrario, Cataluña es la que más ha reducido sus niveles, pasando de un 18,7 % a un 10,6 %. Y es la Comunitat Valenciana la única que, con un 6,9 % de su población afectada por dichos problemas, se sitúa por debajo de la media nacional.

Por otro lado, si se observan las inversiones económicas que aparecen en los presupuestos de las diferentes CC.AA. durante los mismos años, se puede ver como Cataluña y la Comunidad Valenciana son las únicas que han aumentado la cantidad desde 2009. Incluso, en el caso de la Comunidad Valenciana lo ha duplicado, pasando de invertir casi ocho millones a invertir más de diecisiete millones.
Es paradójico el caso de la Comunidad de Madrid, ya que es la que más ha recortado en este apartado: ha pasado de destinar más de ciento sesenta y dos millones a únicamente treinta. Sin embargo, sigue siendo, de estas cuatro comunidades autónomas, la que destina un mayor porcentaje de su presupuesto total, un 0,1 %. Aunque la diferencia con la que menos invierte es de apenas un 0,03 %.

También hay que tener en cuenta que estas cuatro comunidades autónomas apenas han sufrido cambios en sus gobiernos. Un hecho que, de producirse, podría afectar a la diferencia de los programas en los que se invierte. En Andalucía gobierna el PP desde 2018, después de treinta y seis años de gobiernos socialistas. Por el contrario, la Comunidad Valenciana estuvo gobernada hasta 2015 por el Partido Popular.
Por su parte, Cataluña cambió de gobierno en 2010 con la victoria de CiU. Desde entonces han gobernado la coalición de partidos independentistas. Y, en Madrid, el PP lleva gobernando, ininterrumpidamente, desde 1995.
¿Y si los comparamos?
Si se comparan las tendencias de cada una de las comunidades autónomas se puede ver, en primer lugar, como la Comunitat Valenciana ve reducidos sus niveles de población afectada por contaminación entre los años 2011 y 2013, justo cuando sus inversiones realizan la primera subida. Y, en los tres años siguientes, con una reducción gradual de la financiación en programas para la mejora de la calidad ambiental, su porcentaje de población perjudicada alcanza sus máximos, hasta llegar al 16,7 % en 2016.
El caso de Andalucía es diferente, ya que su inversión en prevención y calidad ambiental es muy superior. Entre los años 2010 y 2012 su inversión alcanza sus máximos, hasta ochenta millones, y, a la vez, se puede observar una primera bajada de los niveles de población damnificada por la contaminación, pasando de un 13,3 % a un 9,1 %. Por el contrario, en el año 2015 su inversión alcanza el mínimo en los diez años analizados, únicamente veintiséis millones y medio, mientras que el porcentaje de población con problemas marca el mínimo histórico, con un 7,4 %.
Si se coloca ahora el foco en la Comunidad de Madrid, se puede ver cómo el 2013 fue el año en el que se produjeron considerables recortes en la inversión de estos programas. Ello supone un antes y un después en los índices de población afectada, pasando de un 8,8 % en 2012 a un 17,2 % en el siguiente. Pero esto empeora en años posteriores. Aunque en el 2017 se registra el mínimo de inversión y uno de los porcentajes más bajos de población con problemas de contaminación, se produce un efecto rebote en los siguientes años, alcanzando los mayores porcentajes registrados en esta comunidad, con un 18,5 %.
Por último, en Cataluña se puede observar un patrón un tanto distinto al que se sigue en las dos comunidades anteriores. En este caso, parece no haber una relación causa-efecto entre la inversión en políticas ambientales y el porcentaje de población afectada. El 2011 fue el año que esta comunidad destinó menos presupuesto a estos programas de calidad ambiental, sin embargo, el porcentaje de población perjudicada es el más bajo registrado de todas las CC.AA., con un 4,7 %. Por el contrario, a partir del 2015 la Generalitat de Catalunya fue aumentando la inversión en programas de este tipo. Paralelamente, el porcentaje de población con problemas también lo hace de forma progresiva.
Teniendo en cuenta estas cifras y observando los cambios en los partidos de gobierno que se han producido, se podría decir que no hay una relación directa entre los niveles de inversión y de problemas de calidad ambiental con los gobernantes.
Por otro lado, se puede distinguir como las tendencias establecidas en los porcentajes de problemas por contaminación no están relacionadas directamente con las tendencias de las inversiones en programas para su prevención. La prevención de la calidad ambiental depende de la eficacia de los programas que se aplican, no de la cantidad de inversiones. Sin embargo, sí que se puede advertir que una buena inversión, aplicada de manera efectiva puede rebajar de manera sustancial el tanto por ciento de la población afectada.
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