El noveno arte y los trazos del tebeo valenciano
- Andrea Navarro
- 24 may 2021
- 6 Min. de lectura
El Centro de Estudios y Conservación protegerá el cómic local
Andrea Navarro y Blanca Ródenas. Valencia
Cómic, historieta, tebeo y un sinfín de palabras asociadas al mismo término. Pero, ¿qué es realmente un cómic? Una sucesión de viñetas que constituye un relato, un tipo de arte visual o una forma de contar historias dibujando. Cualquiera puede reconocer un cómic, pero, a veces, definirlo es difícil. Incluso para los expertos de aquellos territorios en los que vive más arraigado.
«Somos un país que ha vivido mucho el cómic, en particular la Comunidad Valenciana», explica Álvaro Pons, director de la Cátedra de Estudios del Cómic y del Aula del Cómic de la Universidad de Valencia. Es por esto que en febrero de 2021, el Ayuntamiento de Valencia - a través de la Concejalía de Acción Cultural - ha anunciado la creación del Centro Valenciano de Estudios y Conservación del Patrimonio del Cómic.
Valencia será pionera en España en crear una institución dedicada a salvaguardar el patrimonio de la novela gráfica, pues a pesar de que existen espacios que se encargan de su estudio y divulgación, como es el caso del Aula del Cómic de Valencia, ninguno de ellos se ocupa de recopilar estas obras para que no se pierdan. El hecho de que el cómic sea «un arte para el consumo», como indica Álvaro Pons, ha supuesto que, en muchas ocasiones, estas obras sean «de usar y tirar» y, desde el punto de vista cultural, la pérdida de estas piezas se podría equiparar a la pérdida de todas las ediciones del Quijote, lamenta el catedrático.
El noveno arte
La consideración del cómic como «un arte para el consumo» no hace más que ratificar que ha logrado ser considerado como una de las Bellas Artes: el noveno arte. El arte, en el sentido más estricto, es la actividad humana que tiene como fin la creación de obras culturales (RAE). Esta es la naturaleza del cómic, ya que combina elementos narrativos, expresivos y visuales para generar un medio donde mundos imaginarios toman carta de reales. No solo emplea elementos similares a los de la literatura, las artes escénicas y la pintura, sino que también tiene sus símbolos propios como la viñeta o el bocadillo que le identifican y diferencian.
No obstante, aunque la historieta cada vez ha conseguido más reconocimiento, su concepción de noveno arte no está generalizada todavía. Quizás este sea el motivo de la polémica en torno a Nuria Enguita, la nueva directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Pues, en una entrevista puso en duda al cómic como arte: “La misión de este museo es el arte contemporáneo. La pregunta sería si el cómic es arte. A mí me interesaría mucho que hubiera lugares donde se investigara sobre cómic, sobre diseño, fotografía, etc. Debe haber instituciones donde eso sea posible. ¿Va a estar el cómic en este museo? Tendré que verlo en el contexto de la programación y de la colección”. Estas declaraciones indignaron a numerosos dibujantes y lectores de tebeos, ya que, anteriormente, el IVAM suponía un gran apoyo para el cómic valenciano, albergando un gran número de exposiciones relacionadas con este arte. Incluso, en 2019, Paco Roca, un famoso dibujante valenciano, pintó las paredes del IVAM en la exposición “El dibujado”.

Infantil, de entretenimiento y “de segunda”
Alrededor del mundo del cómic existen diferentes prejuicios que contribuyen a que se haya visto infravalorado a lo largo de su historia. El primero de los prejuicios destacado por el director de la Cátedra del Cómic es el infantilismo que se le ha atribuido, a pesar de que nace como un medio adulto. También, ha sido injustamente calificado como «arte de segunda», por su contenido satírico y con carácter de denuncia, que durante los años ha incomodado a las clases dominantes. El tercer prejuicio se encuentra vinculado al éxito que han tenido los cómics de superhéroes, que ha provocado que se los considere como mero material de entretenimiento cuando, entre otras cosas, se constituyen como «una de las fuentes historiográficas más potentes que tenemos», aclara Álvaro Pons. Es por esto que, en numerosas ocasiones, a aquellas personas aficionadas a este tipo de lectura se les ha llamado «frikis» o, incluso, se les ha marginado o apartado, reconoce Miguel Guerrero, lector y amante de los cómics.
Sin embargo, a pesar de esta «marginación» que han sufrido, hasta el punto de llegar a crearse un gueto alrededor de esta afición, como relata el director de la Cátedra del Cómic, el porcentaje de población que lee cómics en España es reseñable, un 9,3 %, según el Informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España de 2018, aunque se trate de una cifra bastante baja en comparación con el porcentaje de personas que lee libros. «Leía cómics más gente de la que pensaba», confiesa Miguel Guerrero.
Fabricantes de viñetas
Esta cifra de amantes de la historieta se traduce en ventas de ejemplares, por lo que, según el Anuario de Estadísticas Culturales 2020, las empresas editoriales de cómic agremiadas en FGEE facturaron, tanto en 2017 como en 2018, 63 millones de euros, es decir, el 2,7 % del total de la facturación. Con el tiempo, a pesar de la existencia de editoriales de cómic, esta industria ha dejado de ser una industria especializada, tal y como explica el director de la Cátedra del Cómic, y, a día de hoy, cualquier editorial cuenta con su propia línea de tebeos.
Este fue el caso de la industria del cómic valenciana, especializada en sus orígenes, pues contaba con las editoriales de cómic La Valenciana y Maga, fundadas en los años 30 y 50 respectivamente. Gracias a estas editoriales, muchos autores pudieron darse a conocer, dando nombre a la Escuela Valenciana.
Destaca la obra “El Guerrero del Antifaz” creada por los autores valencianos de renombre Manuel Gago, Roberto Alcázar y Pedrín. Más adelante, en los años 80, nació la Nueva Escuela Valenciana con autores como Sento o Mique Beltrán. «En Valencia había una industria del tebeo que alimentaba a toda España y que dejó en la región una escuela de autores de cómics y de dibujantes bastante notable», explica Pablo Auladell, ilustrador valenciano.

Sin embargo, la industria editorial del tebeo en Valencia es «débil» actualmente, aunque logra sobrevivir «gracias a su esfuerzo», manifiesta el director del Aula del Cómic de la Universidad de Valencia. Pues, tras el cierre de sus principales editoriales, Maga y La Valenciana, a finales de los años 80, esta industria cayó en declive. Por ello, en los años posteriores, las oportunidades que ofrecía la industria del cómic eran muy limitadas y las editoriales solo publicaban a los autores extranjeros, mientras que, los autores nacionales únicamente podían trabajar en revistas de humor o en tebeos para un público infantil, explica Pablo Auladell.
Las oportunidades eran tan limitadas que el propio Auladell en sus comienzos solo dibujaba para libros infantiles. Así pues, Valencia es un reflejo de la situación que se da en España, donde un 75 % de las novedades publicadas en 2019 habían sido producidas en el extranjero, según el informe anual de la Asociación Cultural Tebeosfera.
Un atisbo de renacer valenciano
«Últimamente está teniendo mucho auge la novela gráfica, desde que Paco Roca comenzó a despuntar con Arrugas», explica Carlos Ciurana, secretario de La Asociación Valenciana del Cómic. Esta novela gráfica, publicada en 2007, supuso el resurgir del cómic valenciano, según el ilustrador Pablo Auladell. Su autor, Paco Roca, rompió con los cánones estéticos y publicitarios, dedicando su obra a la vejez y al Alzheimer, lo que supone un contraste a la sublimación de la juventud. Este tema fue completamente innovador y marcó un nuevo comienzo para el cómic valenciano, adaptándolo a un formato más nuevo, como es la novela gráfica. Fue premiado con el Premio Nacional del Cómic 2008 e incluso tuvo una adaptación cinematográfica.

Así pues, la novela gráfica supone la representación más madura del cómic y tras el éxito de Arrugas, muchos autores han seguido el recorrido de Paco Roca. Este es el caso de Pablo Auladell, un ilustrador valenciano, ganador del Premio Nacional del Cómic 2015 por su novela gráfica “El paraíso perdido”, una adaptación de la novela de John Milton. «Lo esencial es invisible a los ojos». Esta famosa cita de “El Principito” describe cómo es el proceso creativo para Auladell, pues afirma que a la hora de crear una obra «intenta que en las imágenes haya un misterio poético, que las ilustraciones muestren ese lado oculto que pasa desapercibido en la vida cotidiana».
Miguel Ángel Giner y Cristina Durán también destacan en el panorama del cómic valenciano. Fueron los ganadores del Premio Nacional del Cómic 2019, un galardón otorgado cada año por el Ministerio de Cultura de España, gracias a su novela gráfica “El día 3”, que narra el accidente de metro que tuvo lugar en Valencia el 3 de julio de 2006. Además, cabe destacar que de las últimas cinco ediciones que se han celebrado del Premio Nacional del Cómic, desde 2016 hasta 2020, tres de los premios han sido entregados a artistas de la historieta pertenecientes a la Comunidad Valenciana.
Cultura del cómic valenciano
La tradición de la historieta valenciana sumada a su reconocimiento y éxito actual ha incentivado la creación de una “cultura del cómic”, pues como apunta el director del Aula del Cómic de la Universidad de Valencia: «el cómic es un arte, eso es indudable, pero ha generado toda una cultura a su alrededor». En Valencia se realizan numerosos actos en honor a este arte, como las Jornadas de Cómic de Valencia organizadas por la Asociación Valenciana del Cómic, porque, como afirma Daniel Tomás, organizador de contenidos del Salón del Cómic de Valencia: «en Valencia hay una cultura muy fuerte del cómic, con mucha tradición» y, gracias a la creación del Centro Valenciano de Estudios y Conservación del Patrimonio del Cómic, esta cultura continuará viva.
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