Ellas prefieren el cine dramático, ellos la acción
- Ana Sanz
- 23 may 2021
- 5 Min. de lectura
Se mantienen los roles de género en el consumo cinematográfico

Photo by Karen Zhao. Unsplash. Mujer en el cine
Ana Sanz / Natalia Aguilera. Castellón.
Las preferencias de género cinematográfico están igual o más descompensadas en hombres y mujeres que la respuesta que obtuvo la princesa Leia al declararle su amor a Han Solo en Star Wars Episodio V: El Imperio Contraataca. Un simple «lo sé» que engloba todos los estereotipos de género que se han producido tanto dentro como fuera de la pantalla.
La famosa saga de George Lucas marcó un antes y un después en el cine a nivel mundial, exactamente dentro de las películas de acción y ciencia ficción. En sus filmes se aprecia una presencia predominante de los personajes protagonistas masculinos, cosa que puede estar relacionada con el movimiento fan que surgió a raíz de la primera película Star Wars Episodio IV : Una nueva esperanza. A todo esto, cabe sumarle que probablemente solo uno de cada cinco pósters de Luke Skywalker colgados en la habitación sea de una mujer.
Las cifras: línea separadora entre hombres y mujeres
Según la Encuesta de Hábitos y Prácticas culturales llevada a cabo por el Ministerio de Cultura y Deporte existe una gran brecha entre hombres y mujeres respecto a los géneros cinematográficos de acción y drama. Para ejemplificar, se observa en el informe de 2018-2019 que los hombres pasaron casi el doble de veces más por taquilla para ver películas de acción, frente al 12,6% de las mujeres. El caso contrario sucede con las películas de drama, que tienen un mayor porcentaje de audiencia femenina. En 2006-2007 la cifra asciende hasta casi un 10% más que los hombres.
Los datos anteriores recogen unas diferencias entre ambos géneros que se repiten a lo largo de toda la década. En la gráfica situada a continuación se observa la inexistente evolución.

Estas cifras no son simples números que se quedan atrapados en las encuestas, sino que reflejan las suposiciones y el establecimiento de los roles de género en hombres y mujeres a la hora de consumir cine. De igual forma, dichos estereotipos se introducen también en las pantallas y acaban teniendo lugar en las propias películas.
Estereotipos dentro de las películas
El establecimiento de un prototipo en los personajes femeninos y masculinos ha quedado históricamente demostrado y ejemplificado. A lo largo de su recorrido, la mujer heroína se identifica con un cuerpo tonificado, muy aproximado a la masculinidad pero acompañado de cierta erotización. Además, como bien destaca Cristina Alonso Villa en su Estudio sobre los estereotipos de género en el cine de acción contemporáneo, estas protagonistas suelen viajar solas en la trama. Por el contrario, el héroe suele encontrar un equipo que le acompaña en la travesía y posee un carácter más decidido e incuestionable.
Un ejemplo característico de esta estereotipación es el personaje de Lara Croft en Tomb Raider. A pesar de ser una de las protagonistas de acción más reconocidas en la historia del cine, presenta unas grandes diferencias con respecto a sus compañeros masculinos. Mientras que en Indiana Jones el personaje de Harrison Ford va vestido acorde a los escenarios que tiene que vencer, Lara Croft tiene como principal vestimenta un top muy ajustado y shorts. Este dato deja entrever la hipersexualización que se lleva a cabo con los protagonistas femeninos, que junto con la seducción como una de sus características principales, termina estando más dirigido al deleite del público masculino que a la reivindicación del papel de la mujer en películas de acción.

Por otra parte, tenemos a los personajes femeninos que, con el objetivo de encajar en mundos principalmente masculinos, cambian su personalidad por completo. Este es el caso de La Teniente O’Neil, cuyo personaje principal comienza siendo totalmente repudiada por sus compañeros específicamente por el hecho de ser mujer. No es hasta que empieza a adquirir un comportamiento básicamente masculino cuando la empiezan a aceptar como a una más.
En el cine dramático, la mujer protagonista se asocia con la fragilidad, los problemas internos y la inocencia. Además, suele ir acompañada de una pareja que el propio guión dictamina desde el inicio que no es lo suficientemente buena para ella. Por eso, es necesaria la figura masculina que debe llegar en el preciso momento para cuestionar la relación amorosa anterior y aportarle esa felicidad a la protagonista. El personaje varonil tiene relación con la caballerosidad, la atracción, la madurez y el deseo.
Un ejemplo con estas características es el personaje de Jack en Titanic que, a pesar de presentarse como una víctima de la historia, se comporta como el héroe que llegará para salvar a Rose de la vida que está abocada a tener y para mostrarle un mundo nuevo alejado de todo lo que le era conocido. Por eso, Jack se comporta como su ángel salvador hasta el final, momento clave en el que decide sacrificarse quedándose en el agua para que ella viva.
Sin embargo, los roles de género se interiorizan en el cine mucho antes de las películas con protagonistas más adultos. Uno de los mayores fenómenos cinematográficos juveniles de la historia es precisamente Crepúsculo, en el cual los dos personajes masculinos de la saga deben cuidar a la frágil Bella y a su vez competir tóxicamente entre ellos para ganarse su corazón. No obstante, la gran audiencia femenina que acogió la saga acabó romantizando la trama.
Esta brecha que vemos tanto en el cine dramático como en el de acción no sucede en otros géneros cinematográficos. Uno de los ejemplos más significativos de la Encuesta de Hábitos y Prácticas culturales es el del cine de Terror, que en el pasado año solo hubo una diferencia del 0,1% entre hombres y mujeres, siendo el consumo de los primeros un 5,8% y de las segundas un 5,7%. Lo mismo ocurre con géneros como el suspense, el cine clásico y los musicales.
Consecuencia: asumir los roles de género
Todo esta cuestión y suposición de género convertida en realidad tiene sus consecuencias en la pantalla. No se puede olvidar la cara de sorpresa que se le quedó a cada uno de los espectadores de Juego de Tronos cuando vió que quien mató al Rey de la Noche fue la pequeña Arya y no su hermanastro, Jon Nieve. O cuando se da a entender en El Señor de los Anillos que la elfa Arwen cae enferma durante las tres películas porque está separada de su amor, Aragorn.
Por todo esto y más, la situación se planta ante un cine de acción con una demanda generalmente masculina que tiene como heroínas a mujeres dispuestas a cumplir con los gustos de los consumidores. Sin embargo, el cine dramático que tanto consume el género femenino también posee unas protagonistas frágiles que no se identifican con la audiencia.
En estas condiciones, la gran potenciación de los roles de género puede llegar a ser incluso objeto de disputa o reivindicación. Si bien es cierto, el movimiento feminista se ha convertido en una gran marea que se ha hecho voz y cargo de las problemáticas de género que surgen en los ámbitos laboral, educativo, social, económico y muchos otros más. Pero en el cine no existe esa demanda creciente que consiga frenar las diferencias con el público masculino. La realidad es que las mujeres siguen consumiendo más películas de drama y los hombres más de acción.
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