Font de Mora: "No hay que victimizar a los jóvenes con la lectura"
- Natalia Aguilera
- 24 may 2021
- 8 Min. de lectura
Natalia Aguilera. Castellón.
Juan Pedro Font de Mora es uno de los socios fundadores de la librería Railowsky, referente en Valencia por su temática especializada en imagen y fotografía. Además, el pasado julio, Font de Mora fue elegido como presidente del Gremi de Llibrers de Valencia. Hablamos con él para saber la historia de su librería y cómo se encuentra el sector del libro en la ciudad.

Juan Pedro Font de Mora en la librería Railowsky. Fuente: Elaboración propia
Pregunta: ¿Cuál es la historia de la librería Railowsky?
Respuesta: Se fundó en 1985 y con mi hermano Pepe Font de Mora éramos tres socios. Nuestra idea era hacer una librería especializada con dos espacios claramente diferenciados. La primera parte, más o menos el 60% del espacio, dedicado a la librería y la parte de atrás, el 40%, dedicado a una sala de exposiciones exclusivamente de fotografía. Nuestra especialidad es la imagen y la comunicación y se nos conoce por el mundo de la fotografía.
P: ¿Por qué quisiste ser librero?
R: Siempre me han apasionado los libros. Me parece un oficio muy bonito. No tenía una vocación determinante, no puedo decir que nací para ser librero. El proyecto pensábamos que podía durar cuatro o cinco años, pero las cosas que te lleva la vida te vas enganchando y al final se convierte en tu vocación y en tu oficio para siempre. Yo empecé muy jovencito, con 21 años y ahora tengo 57 y seguimos ahí resistiendo.
P: ¿Cuál es el público principal de la librería?
R: Aquí el problema está es que todo el tema de la pandemia nos ha hecho cambiar mucho los hábitos de consumo, incluso la propia estructura de la librería. La fotografía era una parte muy importante de nuestras ventas, pero la hemos bajado mucho porque mucha parte de nuestra venta la hacíamos exterior, con festivales, seminarios, universidades… Hacíamos hasta once salidas externas durante un año. Con la pandemia, esto hemos tenido que cortarlo, y ahora hemos diversificado bastante, con más libro de literatura y ensayo, pero mantenemos esa estructura de básicamente fotografía.
P: ¿Crees que las librerías especializadas tienen algo especial?
R: Creo que tienen algo especial. Hay libros realmente extraños, difíciles de encontrar en otras librerías. Tienen también un espíritu distinto al generalista. Yo cada vez más estoy recibiendo libros de segunda mano, libros de fotografía agotados y difíciles de conseguir. El aroma y el espíritu que se respira en una librería especializada es totalmente distinto al que se respira en una librería generalista.
P: ¿Crees que Valencia podría ser referente en cuanto a librerías?
R: Valencia tiene mucho potencial. Desgraciadamente, los niveles de lectura están por debajo de otras zonas de población en España como puede ser Madrid o fundamentalmente Barcelona o zonas que están menos pobladas, como muchas del norte. Yo creo que tenemos que mejorar bastante. Aquí hay mucha cultura de estar al aire libre y de la playa, de la montaña, de los bares… Y eso está muy bien, pero también hay que potenciar un poco el venir a las librerías, aunque no sea para comprar, y potenciar la cultura. Somos bastante precarios en eso y hay que ser críticos porque nos falta muchísimo para llegar a otros niveles de España y ya no digamos la Europa cultural.
P: ¿Esos niveles son porque los jóvenes no leen?
R: Creo que es un problema general, no es un problema de los jóvenes. Tengo bastantes clientes jóvenes y muy cultos sobre todo a nivel fotográfico. No hay que victimizar a los jóvenes. El tema es general y en España y la Comunidad Valenciana es verdad que los niveles de lectura son muy bajos, hay que hacer un esfuerzo por subirlos.
P: ¿Crees que el auge de plataformas audiovisuales ha afectado al ritmo de lectura de la población, especialmente a los jóvenes?
R: Sí, sin lugar a dudas. Las plataformas digitales tienen una gran capacidad de enganche y quitan mucho tiempo. Yo tengo tres hijos y los tres dedican mucho tiempo a las pantallas y a las series. Eso no quita que también lean. La cuestión es encontrar el equilibrio, estar un tiempo con las pantallas, las series y las redes sociales y también dedicarle una parte de tiempo a la lectura.
P: ¿Cómo crees que se podría fomentar la lectura en Valencia? ¿Crees que la Feria del Libro ayuda?
R: La Feria del Libro es un buen escaparate. Es la segunda feria de España más visitada, con casi medio millón de visitantes. Hay una tradición de ir a Viveros que queremos recuperar ahora para octubre en este año. Pero, es un escaparate un poco espectáculo. Yo creo que lo que hace falta es que la gente se acostumbre al hábito de la lectura como un placer. Disfrutar, estar enganchado y queriendo tener el momento de tranquilidad para poder leer el libro. Ese es el secreto de la lectura y eso es lo que hay que conseguir. El problema es que hay una sociedad demasiado inmediata. La lectura requiere otro ritmo, un ritmo más reflexivo, más de tranquilidad y cuando encuentras ese ritmo realmente lo disfrutas.

Exposición fotográfica en la librería Railowsky. Fuente: Elaboración propia
P: ¿Cómo crees como presidente del Gremi de Llibrers que se podría revertir la situación de la pandemia?
R: En general, muchas librerías están manteniendo el nivel de ventas prepandemia e incluso algunas las están mejorando. La gente tiene miedo de salir y tiende a ir a un comercio de proximidad. Antes de ir a un gran almacén o a una población externa, le resulta más seguro ir a su comercio de barrio. Las librerías de barrio y las de pueblo están recibiendo un fenómeno positivo en cuanto a recibir nuevos clientes que no habían tenido. Esto repercute al nivel de ventas, que está mejorando. Distinto es en la librería especializada, la librería de centro de una ciudad grande, a la que la gente tiende a tener más miedo a venir. El sector librería en general no está siendo tan afectado como otros sectores. Sí que hay un nivel de venta inferior, pero no muy inferior al que había antes y eso es una cosa positiva.
P: ¿Cuál es el principal objetivo para los próximos cuatro años?
R: Lo que quiero es fundamentalmente ayudar a las librerías a que tengan un soporte importante para su subsistencia, sobre todo a las que están empezando, a la gente joven. Para esto creo que tiene que haber varias vertientes. Una es la de apoyo a la librería que hace actividad cultural, la librería como centro cultural. Si una librería está haciendo actividad cultural en su barrio está ahorrando dinero al estado para que ellos no tengan que hacerlo, ya lo hacemos nosotros. Por ejemplo, estamos haciendo ahora de escritura creativa, exposiciones, presentaciones de libros, mesas redondas, charlas, clubs de lectura... Todo esto hay que potenciarlo a base de que la administración pública de ayudas y dinero. La segunda parte es la modernización a nivel tecnológico, que las librerías reciban ayudas para comprar ordenadores, para compra de programas de gestión de librerías modernos y de ayuda para crear paginas web que sean potentes. Ahí la administración publica o el estado tiene que aportar. También conectar la librería con el mundo de la educación. Que podamos ir a los colegios, institutos y universidades para hablar o recomendar libros y que se nos pague un poco de dinero ese tiempo que dedicamos a este sistema educativo.
P: ¿Crees que el sector del libro es uno de los grandes olvidados?
R: No, lo que pasa es que mucha gente no entiende lo que supone montar una librería y mantenerla. Nosotros trabajamos con un margen de beneficio muy pequeño y los gastos son los mismos que cualquier comercio. Nosotros vendemos un libro de diez euros y sacamos como mucho tres euros de beneficio y otros comercios que venden una lavadora sacan a lo mejor 200 euros de beneficio. Son distintos los márgenes, pero los costes son los mismos. Esto nos complica la vida porque tenemos que vender mucho para mantener el negocio. El sector de la cultura en general supone un 4,5 % del Producto Interior Bruto. La construcción, que parece que sea la gran historia, aporta un 7%, no hay tanta diferencia. De ese 4%, de forma directa e indirecta, generamos muchísimo empleo. No somos los grandes olvidados, es que nos cuesta mucho mantenerlo, mucho más que el resto. Por ahí tienen que venir los apoyos.
P: ¿Crees que le aguarda un futuro prometedor a las librerías?
R: Sí, yo creo que hay futuro. Cada vez vivimos en un mundo más incierto y la gente necesita leer, puede haber muchos foros y plataformas, pero el papel no está pasado de moda. Lo segundo es que somos un tipo de comercio muy vocacional, lo que hace que seamos más resistentes que otro tipo de comercio.

Librería Railowsky. Fuente: Elaboración propia.
P: ¿Crees que va a desaparecer el papel?
R: No, va a ir a menos, pero se va a mantener fuerte durante mucho tiempo. Para mí no es importante como se lea. Soy un defensor a ultranza del papel porque siempre he leído en papel, pero sí que creo que se va a mantener durante mucho tiempo. No te digo que va a pasar dentro de 100 años, porque ninguno de nosotros lo sabemos y es posible que los formatos vayan cambiando constantemente, pero el papel se mantiene.
P: ¿Nos recomienda algún libro?
R: Suelo recomendar mucho uno que se llama El olor del bosque, pero para no ser reiterativo os voy a recomendar otro. No lo he acabado, pero me está gustando mucho. Se llama Ruta de Escape de Philippe Sands y es la segunda parte de un libro llamado Calle este oeste. Es la historia sobre un nazi que fue un dirigente o gobernador de una región de Polonia y tuvo cargos muy importantes durante la preguerra y en la Segunda Guerra Mundial. Cuenta su historia y la de su familia a través de uno de los hijos de este criminal de guerra y los diarios de su mujer. Es un trabajo que está entre lo novelesco y lo periodístico. Te enseña mucho de lo que fue la Alemania nazi y de cómo tanta gente se implicó en esa locura criminal. Esto engancha con la época actual y en como los populismos pueden llevarte a situaciones absolutamente alocadas, a la locura absoluta. Hay que tener mucho cuidado con esto porque ahora está muy de moda y no somos conscientes.
P: ¿Y alguna anécdota en su librería?
R: Hay muchas y mi memoria es muy corta. Pasan constantemente porque no es una librería al uso, es especial y los clientes no son habituales. Voy a contar una. Tenía un cliente que venía desde Almería por cuestiones profesionales una o dos veces al año a Valencia. Él decía: “Yo tenía dos sitios fijos a donde ir, uno era el IVAM y otro era Railowsky”. Era fotógrafo y aficionado a los libros de fotografía y, cuando venía, iba cogiendo libros, los ponía en la mesa del escritorio uno tras otro y se llevaba mucho dinero. A lo mejor se llevaba 50.000 pesetas de la época, que ahora son 300 euros. Yo no le decía nada, tan solo le cobraba. Ahora intento ser un poco más simpático, pero entonces parece ser que yo era más distante porque tenía un concepto de respeto al cliente. Antes pensaba que no había que hacer preguntas, que lo que había ya era interesante o podía ser interesante y había que dejar al cliente como quisiera.
Durante un tiempo yo desconocía esta historia, hasta que me lo encontré porque fue invitado por otro socio a participar en una exposición colectiva de nuestra asociación Amics de Railowsky. El día de la inauguración vino con su hijo desde Almería y me dijo: “Juan Pedro, tú no sabes quién soy, ¿verdad?” Me explicó la historia tal como te la estoy contando. En ese momento me di cuenta de la trascendencia que tiene lo que haces y como lo haces y a partir de ahí empezó a mejorar mi relación con los clientes. Más tarde conocí su obra fotográfica y me interesó un trabajo que tenía sobre fotografía hecha con móviles en zonas marginales de Almería. Cuando coincidimos en la ciudad, quedamos porque ya habíamos establecido una cierta relación de amistad, incluso nos fuimos de marcha por la noche. Su obsesión era poder presentar una exposición monográfica en la librería y yo le dije: “Gabriel, tú vas a exponer en Railowsky”. Esto fue el año 2018 y la exposición era para 2019.
Finalmente, en mayo de 2019 me salió una posibilidad ineludible de exponer fotografías de un actor estadounidense muy conocido, Jeff Bridges y tuve que postergar la programación para más adelante, una de ellas era la suya. Quedamos para ponerla en septiembre, con la tragedia de que él fallece en agosto de ese mismo año, de un ataque al corazón. Fue terrible. Yo me vi en la obligación moral de presentarla, aunque fuese a título póstumo. Hicimos la exposición en octubre de ese mismo año y vino su familia, fue un acto muy emotivo. Es una historia trágica y por otra parte, también bonita.
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