Necesitamos la Cultura

Visitantes en el primer día de apertura tras la pandemia del Museo Nacional del Prado. EFE

Blanca Ródenas. Castellón

Recuerdo el momento en que el mundo se paró. Acababa de estallar una bomba de incertidumbre en nuestras vidas. Éramos testigos de una pandemia mundial y el miedo invadía cada segundo de nuestras vidas. Recuerdo también cómo nos vimos obligados al aislamiento y cómo en medio de la locura, de un maestro nació un pintor y de una abogada, una cantante. Cuando más sola me sentí, decenas de películas me acompañaron y, en ese momento de “Carpe Diem”, el arte se dedicó a dar sentido a mis días. Desde el salón de mi casa contemplé edificios y me enriquecí admirando esculturas.

No recuerdo, sin embargo, alguno de estos momentos en que cualquier forma de hacer o empaparse del arte haya causado algún tipo de daño. Desde el público hablo, el arte cumplía medidas y estaba todo controlado. Y, aun así, he visto cómo cerraban museos, cómo cerraban teatros. Cómo los músicos que me acompañaron en cuarentena, a través de la pantalla, cancelaban sus conciertos y cómo los rodajes se detenían durante casi un año. He visto caer en quiebra a los cines y he empezado a ver morir el mecenazgo.

Por el borde de un precipicio, deambula la Cultura, que siendo tantas cosas, es todo y es nada. Y somos nosotros, quienes la hacen y quienes la disfrutamos, quienes no debemos dejar que acaben con ella. Porque la Cultura estaba ahí, cuando ni siquiera podíamos salir de nuestras casas, para acompañarnos y salvarnos. Porque la Cultura es segura y, sobre todo, necesaria.