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Unos trazos lo explican todo

  • Foto del escritor: Cristóbal Blázquez Cebrián
    Cristóbal Blázquez Cebrián
  • 7 may 2021
  • 2 Min. de lectura

'Schlafendes Mädchen [Joven muchacha dormida], de Egon Schiele, expuesto en 'Dibujar la modernidad. 1864 - 1968', en el Museu de Belles Arts.

Probablemente el dibujo, el que se hace con un lápiz sobre un papel, sin mayores soportes, sea una de las expresiones artísticas menos valoradas. Sin embargo, la mayoría de obras de arte, quizá también la mayoría de proyectos en general, comienzan con el trazo de un carboncillo encima de una lámina de celulosa. Esos garabatos, en ocasiones para pasar el tiempo, pueden ser el primer paso de grandes historias.


Estos días, la exposición “Dibujar la modernidad. 1864 – 1968”, centra el foco en esos dibujos, los que hicieron los grandes artistas de la pintura moderna y contemporánea antes de centrarse en la obra final. Situada en el Museu de Belles Arts de Castelló hasta el 15 junio, la exposición hace un amplio recorrido, de setenta y ocho dibujos, por la historia del arte española e internacional durante un periodo de cien años. La entrada es gratuita.


Exposición 'Dibujar la modernidad. 1864 - 1968', en el Museu de Belles Arts de Castelló. CBC

El fondo pertenece a la Fundación Mapfre, que lleva desde 1997 recogiendo ilustraciones de los mejores pintores y escultores de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Como señalan en la introducción a la muestra: “a lo largo del siglo XVIII el dibujo deja de ser un mediador, se convierte en una obra de arte singular y autónoma; desde entonces nunca ha dejado de serlo”, otorgando valor en sí mismo a estas piezas, aparentemente menores.


El recorrido comienza con dibujos de pintores españoles ligados a la tradición, como Mariano Fortuny o Joaquín Sorolla. Sus trazos, anclados aún en los estilos más representativos del siglo XIX, dejan entrever la modernidad y heterogeneidad de géneros pictóricos que se abriría paso con el cambio de centuria. De hecho, a poquísima distancia comienzan los grabados de artistas internacionales, ya metidos en esa vanguardia, muy ligada a París. Entre ellos, obras de Egon Schiele, Edgar Degas, Auguste Rodin o el propio Pablo Picasso.


El plantel de artistas de la muestra es impresionante, porque la exposición continúa con Joaquim Sunyer, Enric Casanovas o Francis Picabia; pintores que acabarían abrazando el surrealismo.


En la segunda sala comienzan las obras de vanguardia, tanto surrealista como cubista. André Lhote y Juan Gris entre los segundos; Salvador Dalí y José Caballero entre los primeros. Solo se citan aquí algunos de los numerosos artistas que exponen en el Museu de Belles Arts. También están los primeros experimentos con collages de Kurt Schwitters o con decalcomía, de Óscar Domínguez.

Exposición 'Dibujar la modernidad. 1864 - 1968', en el Museu de Belles Arts de Castelló. CBC

Para acabar, los últimos dibujos, ya fechados cuando está bien entrado el siglo XX, confirman la heterogeneidad del arte contemporáneo; viendo la vuelta de nombres como Arturo Souto o Joaquín Peinado a un realismo más figurativo. En contraste, Eduardo Chillida y Antoni Tàpies comenzaban a experimentar con volúmenes y materiales, transformando el dibujo en algo que se corta, se manipula o se moldea y no solamente se traza.


Y aquí acaba la muestra, después de un recorrido por cien años de arte moderno y contemporáneo. Un resumen extenso, valga el oxímoron, en el que los dibujos, ese trazo descuidado y aparentemente nimio, explican gran parte de los movimientos pictóricos durante cien años.

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